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Aprovecho que en la entrada anterior hemos hablado sobre Borges para copiar aquí un poema de Borges que se llama Descartes. Debajo dejo algunas preguntas que pueden responder los alumnos de 2º de Bachillerato y un enlace a un mapa conceptual de la filosofía de Descartes que hay en el blog de Pilar.
Soy el único hombre en la tierra y acaso no hay tierra ni hombre.
Acaso un dios me engaña.
Acaso un dios me ha condenado al tiempo, esa larga ilusión.
Sueño la luna y sueño mis ojos que perciben la luna.
He soñado a Cartago y a las legiones que desolaron a Cartago.
He soñado a Virgilio.
He soñado la colina del Gólgota y las cruces de Roma.
He soñado la geometría.
He soñado el punto, la línea, el plano y el volumen.
He soñado el amarillo, el azul y el rojo.
He soñado mi enfermiza niñez.
He soñado los mapas y los reinos y aquel duelo en el alba.
He soñado el inconcebible dolor.
He soñado mi espada.
He soñado a Elisabeth de Bohemia.
He soñado la duda y la certidumbre.
He soñado el día de ayer.
Quizá no tuve ayer, quizá no he nacido.
Acaso sueño haber soñado.
Siento un poco de frío, un poco de miedo.
Sobre el Danubio está la noche.
Seguiré soñando a Descartes y a la fe de sus padres.
Cuestiones:
1. ¿Cuántos temas de la filosofía cartesiana aparecen en el poema? ¿Puedes explicarlos y ordenarlos según la filosofía del autor?
2. ¿Cuál de los motivos de duda cartesiana aparece con mayor preeminencia en el poema? ¿A qué tipo de conocimientos afecta este nivel de la duda?
3. ¿Hay algún/os verso/s en el/los que se hable de alguna certeza? Señálalo/s.
[ACTUALIZACIÓN 20/03/2012: enlaces a los relatos de Borges].
Gracias a nuestra gran comentarista Lyolin, os propongo ver este precioso vídeo sobre el amor a los libros. Espero que os guste. En él aparecen los libros como si fueran grandes amigos, llenos de vida que vuela, y capaces de dar color a un triste mundo gris.
Supongo que hay algunas personas que tienen la suerte de vivir para leer. Otras personas, como ilustró Charles Dickens en David Copperfield, necesitan leer para vivir. En los primeros capítulos de David Copperfield, el protagonista aparece en una situación vital desesperada que solo encuentra a la lectura como único aliciente: huérfano de padre y maltratado por su padrastro en su propia casa, David descubre que en la biblioteca de su difunto padre podía encontrar la alegría y la compañía de amigos que su aciaga existencia no le proporcionaba.
Mi padre había dejado una colección de libros en una pequeña habitación de la planta de arriba a la que yo tenía acceso (...), y por la que nunca se preocupó nadie más en nuestra casa. De esa habitación salieron, gloriosa hueste, Roderick Random, Peregrino Pickle, Humphrey Clinker, Tom Jones, el vicario Wakefield, Don Quijote, Gil Blas y Robinson Crusoe para hacerme compañía. Mantuvieron viva mi imaginación y mi esperanza en algo más allá de aquel tiempo y lugar; ni ellos, ni Las mil y una noches, ni los cuentos de hadas podían hacerme ningún daño...
Leer para vivir es leer para ser feliz. Como dice otro gran lector (y escritor de muchos cuentos que se inspiran en la filosofía), Jorge Luis Borges: "leer a Stevenson es una de las formas de la felicidad". Borges imagina en uno de sus relatos La biblioteca de Babel, la biblioteca de todos los libros posibles, donde parece vivir el protagonista de la animación y que ha inspirado a importantes filósofos actuales como Daniel Dennett para extraer sagaces consecuencias filosóficas de la teoría de la evolución (en La peligrosa idea de Darwin). En otro de sus cuentos, Borges imagina El libro de arena, la posibilidad de un libro infinito: entre cada dos páginas de él hay un número infinito de páginas. La mayoría de sus cuentos y poemas tiene inspiración en sus lecturas, en su vida para leer y en su lectura para vivir. Borges tuvo la desgracia de quedarse ciego en los últimos años de su vida. No puedo imaginar lo desgraciado que pudo sentirse en el comienzo de su enfermedad, cuando empezó a ser consciente de que dejaría de ver (su ceguera era gradual). Aunque quizás era feliz porque conservó la compañía de los innumerables libros que había leído a lo largo de su vida (en alguna ocasión cuenta que no vivió su ceguera como algo especialmente trágico sino como "un lento atardecer de verano").
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