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martes, 1 de noviembre de 2011

La justicia en el alma y en el Estado

En una entrada anterior, vimos cómo Platón establecía mediante un argumento la división del alma en tres partes: racional, irascible y concupiscible. La relación adecuada entre cada una de estas partes es lo que Platón usará para definir la justicia como una virtud del alma individual. El individuo será justo cuando las tres partes del alma ejerzan la función que les corresponde por naturaleza. Por naturaleza, al alma racional le corresponde el conociemiento auténtico y el control de los impulsos, el gobierno del alma en su totalidad. Al alma irascible le corresponde estar al servicio de la razón, ser gobernada.  Mientras que al alma concupiscible le corresponde no sublevarse y someterse a los dictados de la razón. El correcto funcionamiento de cada parte del alma se identifica con tres tipos de virtud. El alma racional se corresponde con la sabiduría y la prudencia. El alma irascible que decide los conflictos a favor de la razón tiene la virtud de la fortaleza o valentía. Por último, el alma apetitiva, cuando se encuentra bajo el dominio de la razón, posse la virtud de la templanza o moderación. La coincidencia de esas tres virtudes en el alma individual produce la virtud de la justicia. La injusticia se produce, por tanto, cuando la parte apetitiva intenta o consigue usurpar el gobierno del alma.
Imagen de: http://filosofiapauflorida.blogspot.com/2009/11/el-tema-de-la-justicia-ha-sido-muy.html

En su filosofía política, objetivo último de toda la filosofía platónica, el ateniense establece una correlación estructural entre el alma individual y el Estado. El Estado está compuesto de individuos. Las características fundamentales del Estado y su forma de gobierno serán las características que predominen entre sus individuos. El individuo se encuentra integrado en la polis como algo propio a su naturaleza. Así, ni el individuo es algo externo al Estado, ni el Estado es algo externo al individuo. El carácter y la naturaleza de los individuos determinará las características del Estado (si es violento, parcífico, amante del conocimiento, etc). En los libros VIII y IX, Platón estudia la correlación entre los caractéres predominantes en la polis y los distintos regímenes políticos (timocracia, oligarquía, democracia, tiranía) que representan, por grados, un alejamiento cada vez mayor de la politeia ideal.

¿En qué consiste esta ciudad/constitución ideal? Platón considera que se trata de una polis en la que reina la justicia. La justicia en el Estado, como en el alma, se dará cuando las diferentes partes del Estado realicen de manera adecuada la función que le es propia por naturaleza. Así, es necesario establecer cuáles son las distintas partes del Estado y cuál es la función propia de cada una de ellas.

Platón propone que los individuos de la sociedad pueden ser clasificados de acuerdo a su naturaleza, que es inmutable y congénita (Libro III, 425a-c). Esta clasificación se corresponde con la parte del alma que domina en el individuo. Cada individuo posee las tres partes del alma pero en cada uno predomina una u otra, definiendo así su naturaleza, su carácter y la posición social que debería corresponderle en el Estado ideal. (La educación de los individuos en el Estado ideal, desde el planteamiento elitista platónico, no tendrá por objetivo la igualdad sino el desarrollo máximo de sus capacidades naturales). Así, Platón propone tres clases sociales:
  • los productores,  proclives a dejarse dominar por los instintos, por naturaleza (predomina en ellos la parte apetitiva del alma) y cuya función propia en el Estado es la de cubrir las necesidades primarias de toda la sociedad (la actividad económica);
  • los guardianes, en cuya alma predomina la parte irascible y cuya función propia es la defensa del Estado y el mantenimiento del orden en él;
  • los gobernantes, en cuya alma predomina la parte racional y cuya función es el gobierno y el establecimiento de la justicia en el Estado.
Imagen de: pinchar en la imagen para original


La justicia se dará, pues, cuando cada clase social cumpla su función propia de manera exclusiva, cuando los productores y los guardianes se mantengan en su función y no intenten usurpar el gobierno del Estado, y cuando los que gobiernan sean aquellos individuos que por naturaleza han alcanzado la sabiduría después de un proceso educativo que ha ayudado a desarrollar dicha naturaleza. La justicia es, pues, que cada cual haga lo suyo.

Lejos de lo que afirmaban los sofistas (la justicia es sólo una palabra convencional que designa lo que le conviene a cada uno según sea su naturaleza fuerte o débil), lejos de concebir la naturaleza humana como pura irracionalidad, ansia de poder y de dominio por parte del fuerte (y de protección por parte del débil), Platón defiende que la racionalidad está instalada en la propia naturaleza del ser humano y de la sociedad y que, por tanto, la justicia, la racionalidad y el conocimiento son alcanzables si permitimos que nuestra naturaleza racional gobierne tanto el alma como la sociedad.

(En las dos últimas entradas sobre la antropología y la política en Platón me he basado en mis notas sobre la excelente obra del profesor Tomás Calvo Martínez, De los sofistas a Platón: política y pensamiento, uno de los mayores especialistas, contemporáneo, en filosofía antigua. Esta obra, desgraciadamente, ya no se edita, pero aún puede encontrarse en algunas bibliotecas, como en la de nuestro centro. Aprovechadla.)


viernes, 28 de octubre de 2011

El dualismo antropológico de Platón y las tres partes del alma

La base de la concepción platónica del ser humano es su dualismo alma-cuerpo. En el Fedón (66c), un diálogo anterior a la República, Platón concibe al ser humano como un ser racional gracias a su alma. El alma es inmortal porque se trata de una realidad simple, que como el Ser de Parménides, no puede ser destruida (en el sentido de que no puede descomponerse en elementos más simples, al contrario que el cuerpo).

Imagen de Wikipedia
Sin embargo, en la República (y en el mito del carro alado que aparece en el Fedro), Platón sostiene que el alma tiene tres partes: racional, irascible y apetitiva. ¿Cómo es que Platón parece estar contradiciéndose a sí mismo, defendiendo que el alma es una entidad simple y que tiene tres partes? ¿Qué necesidad tiene de establecer la distinción entre tres partes en el alma?

El dualismo alma-cuerpo que aparece en el Fedón representa la herencia socrática del intelectualismo moral: la conducta buena solo puede proceder de la sabiduría, y esta del control racional de las pasiones e impulsos que tienen su origen en el cuerpo (ver las entradas sobre Prudencia y conocimiento I y II). También, la noción de un alma inmortal hace referencia a la religión pitagórica y al ideal de purificación que dicha doctrina recomendaba.

En dicha obra, Platón identifica el alma con la capacidad racional, en ella reside la virtud (no en la posición social o en la excelencia natural, como era habitual considerar a la aristocracia de la época arcaica), que queda interiorizada en el individuo desde la mencionada influencia de su maestro Sócrates. Al alma le corresponde el control de los apetitos que proceden del cuerpo.

En las obras posteriores, especialmente en la República, no parece adecuado atribuir al cuerpo los deseos, los instintos y las pasiones, ya que no se trata de movimientos corporales sino de fenómenos psíquicos que nos mueven a actuar de determinada manera. Estos elementos se trasladan por lo tanto a una parte del alma, la apetitiva o concupiscible. A partir de ahí, se hace necesario explicar qué relación guarda esta parte del alma con su naturaleza fundamentalmente racional. Platón se basa en el siguiente argumento.

1) El conflicto moral es un fenómeno que se da en el alma humana y es necesario reconocer su existencia y explicarlo.

Un conflicto moral se da en el alma humana cuando se ve impelida o influida por dos fuerzas contrapuestas: lo que dicta nuestra razón y lo que dictan nuestros impulsos o nuestros apetitos. Cuando lo racional es que estudie esta tarde filosofía para preparar el examen de la semana que viene pero, en el mismo momento, siento la atracción de pasar la tarde saliendo con mis amigos o jugando al parchís, me encuentro en una situación de conflicto moral. Mi decisión se ve obstaculizada por verme influido por dos fuerzas opuestas e incompatibles: una racional y otra irracional.

En sus obras anteriores a la República, Platón atribuye la fuerza de los impulsos y los apetitos al cuerpo, pero en esta obra no parece correcta o adecuada dicha atribución, ya que dichos impulsos y apetitos son fenómenos psicológicos y no movimientos corporales. Así que es el alma la que se ve directamente influida por dichos apetitos, aunque su influencia sea debida a que el alma se encuentra encarcelada en un cuerpo material.



2) La aceptación del Principio de No-Contradicción (PNC), de Parménides.

Platón sigue a Parménides en su estricta lógica, aplicando el PNC: aceptar que una misma cosa tiene una característica y su opuesto, a la vez, supone una contradicción que va en contra de todo lo concebible. En el caso del conflicto moral, nos encontramos precisamente en esa tesitura, ya que el alma está siendo, a la vez, racional e irracional. Esto es completamente inaceptable.



3) Luego: el alma ha de tener distintas partes.

Para cumplir con las premisas anteriores, es necesario concluir que no puede ser la misma cosa la que quiere estudiar y la que no quiere estudiar, la que es racional e irracional, a la vez. Es necesario, pues, concluir que alma tiene al menos dos partes distintas. Así, se distingue la parte apetitiva del alma como aquella en la que se produce la influencia de lo corporal, la influencia de la materia en el alma, en la forma de apetitos, instintos, impulsos, deseos, etc. La otra parte del alma, la parte racional, es la que se encarga de dominar a los institntos y los impulsos, la que permite el conocimento universal y la conducta buena (de acuerdo con el intelectualismo moral de Sócrates).

A estas dos partes del alma, Platón añade una tercera: el ánimo, la parte irascible. Este tercer elemento tiene que ver con la decisión y coraje. Cuando la razón y el apetito entran en conflicto, hay una fuerza interior que decide el conflicto a favor de la razón y que causa la ira cuando la razón cede en favor de los apetitos. Así, son tres las partes del alma: razón, ánimo y apetito, de acuerdo con la doctrina de la República.

Merece la pena señalar que el conflicto moral solo puede darse en el alma cuando está retenida en su cárcel corporal material,  pero no cuando se libera del cuerpo. Cuando el alma se encuentra en su estado "natural" (la unión con el cuerpo sería un estado temporal y antinatural) el alma retiene su naturaleza simple, no se verá tentada por lo irracional a hacer lo incorrecto, sino que al estar en contacto con las ideas su naturaleza racional captará el Bien directamente, sin ser obstaculizada ni contaminada por lo material. Por lo tanto, Platón salva la contradicción arriba mencionada y, de paso, da una explicación coherente al fenómeno psicológico del conflicto moral.

En el Fedro también aparece esta división tripartita del alma, a través del mito que compara el alma con un carro alado compuesto por el auriga (la razón) y dos caballos, uno blanco (ánimo) y uno negro e indócil (apetitos).

Reconocer estas tres partes del alma permite a Platón establecer un paralelismo perfecto entre ésta y el Estado. Este paralelismo le permite sostener que la justicia es la misma tanto en el individuo como en el Estado. La diferencia es meramente de escala: la justicia vista en letras grandes se da en el Estado, en letras pequeñas se da en el alma. Pronto explicaremos este paralelismo.