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martes, 14 de febrero de 2012

Amor y filosofía

En un día como hoy, podríamos preguntarnos si los filósofos se han dedicado alguna vez al tema del amor. Sería extraño que algo tan importante en la vida humana no tuviera un espacio propio en una materia como la que tratamos en este blog.

Lo cierto es que el amor ha sido uno de los temas que los filósofos han tratado desde los mismos inicios de la filosofía. Platón le dedica por lo menos dos diálogos importantes: el Fedro y el Simposio (o el Banquete). En la actualidad los filósofos se siguen haciendo preguntas sobre el amor: ¿qué es el amor? ¿una emoción? ¿un conjunto de emociones? ¿algo indefinible?. Como muestra, podéis echarle un vistazo a la bibliografía que aparece en la entrada de la SEP (en inglés, pero te haces una idea de lo actual que es el tema por las fechas de las referencias) acerca del amor.

La misma palabra "amor" aparece en el nombre de la filosofía. "Filosofía" significa "amor a la sabiduría". Así que, ¿qué esperabas? ¡Por supuesto que el amor es uno de los temas que trata la filosofía! Quizás exista algún parecido entre el "amor a la sabiduría" y el amor a las personas. El amante de la sabiduría vive en el riesgo de no poseerla nunca por entero, siempre hay algo más que descubrir, es un amor que se sabe inagotable. El amor entre las personas, el amor que respeta al ser amado y que no está basado en el puro egoísmo, también sabe que dicho ser es inagotable, porque es único e irrepetible, es una persona.

Ahora bien, el amor de la filosofía no es lo mismo que el amor erótico o que el amor romántico. Se parece más a lo que Aristóteles llamaba "philia" (la misma palabra que compone "philo-sophia"). La philia de Aristóteles es un tipo de amor que puede aplicarse a la persona amiga, a la familia o a personas afines. Encarna los valores de la lealtad y el aprecio por las personas, sin necesidad de que dicho aprecio implique una pasión o un deseo irrefrenable por ellas.

http://www.realmagick.com/platonic-love/


En contraste, el amor como eros, tal y como Platón explicó en sus diálogos, sí que implica dichas emociones de pasión y deseo (de ahí el adjetivo "erótico"). Curiosamente, para Platón, el eros era una fuerza que se conectaba directamente con la pasión por el conocimiento o la sabiduría, con la filosofía. El amor a los particulares, según Platón (cuyo desprecio por lo particular le lleva a postular su teorías de las ideas), es un tipo de ascenso especial al mundo de las ideas, ya que nos lleva directamente de las cosas particulares (las personas amadas) a la idea de Belleza, y de ésta al resto de las ideas cuyo conocimiento implica la auténtica sabiduría. Lo curioso está en que, según Platón, el ascenso que se realiza por el mundo de las ideas no se lleva a cabo nunca a través de los particulares, que pertenecen al mundo sensible, sino que, volviendo la espalda a la multiplicidad y mutabilidad de los objetos sensibles, el conocimiento asciende dialécticamente de unas ideas a otras (empezando por el conocimiento de las matemáticas y terminando con el ascenso a la Idea de Bien). (La atención a los seres del mundo sensible, más bien, no es más que un estorbo para el verdadero conocimiento, tal y como sostiene Platón en su famosa Alegoría de la Caverna de la República).

El caso del amor es un caso especial en este sentido. La belleza particular de un individuo nos recuerda a la verdadera Belleza intemporal, no mezclada con nada más, que existe en el mundo de las Ideas, de las Formas. De esta manera, si la belleza particular siempre apunta a algo fuera de ella misma (la idea de Belleza), entonces cualquier belleza particular puede ser intercambiable por cualquier otra, en cualquier otra persona, idea o cosa. Porque amar es amar a la idea de Belleza, no a un individuo particular. El amor a los individuos es relativo a su participación de la Forma platónica de belleza y no a la atención a sus características únicas e irrepetibles. No amamos a la persona particular sino a su participación de la Belleza, a lo que dicha persona refleja de la Idea universal de Belleza.

Esta característica de universalidad (y de posibilidad de sustitución, de reemplazo, sin pérdida de lo que es importante en el amor) diferencia el concepto platónico del amor con la idea Aristotélica de la atención a lo particular e irrepetible (ver las entradas sobre Prudencia y conocimiento I y II). La persona amada es un ser único e irrepetible que no puede ser reemplazado sin más. Perder a una persona amada se vive como una pérdida irrecuperable, irremplazable. Cuando otra persona (un amor, una amistad) llega a nuestra vida, no suplanta a las otras personas amadas si más, sino que son seres que, a su vez, son únicos e irrepetibles. Seres que, por lo tanto, no podemos intercambiar sin perder algo importante.

Martha C. Nussbaum, en su obra El conocimiento del amor, expone un punto de vista complejo en el que intenta mantener una tensión entre los puntos de vista de los dos autores griegos. El amor es algo que implica el valor de lo único y de lo irrepetible (Aristóteles) que encarna cada persona y, en especial, la relación con la persona amada. Pero también implica valores universales (Platón) que sólo surgen del contacto con el ser amado. Dicho ser ejemplifica ciertas características de por sí valiosas y nosotros nos identificamos con ellas a través de la persona amada (la bondad, el coraje, la ternura, etc.). Elegir entre dos posibles amores, nos dice la autora, es como elegir entre dos formas de vida. Nuestra identificación con dicha persona nos hace cambiar en lo más profundo de nuestras vidas. La decisión es arriesgada porque en dicha decisión nos va el ser la persona que seremos.

Así, ¿cómo eres en el amor? ¿Te quedas con Platón o con Aristóteles? Y, por cierto, ¿te has dado cuenta de que eres una persona única, irrepetible e inagotable? ¿Te has dado cuenta de que los demás también lo son? ¿Te has dado cuenta de si alguien no se ha dado cuenta de que lo eres?

REFLEXIONA.

1) La foto de arriba y el texto que la acompaña, ¿corresponde a una visión del amor platónica o aristotélica?

2) ¿Qué quiere decir la frase tan común: "tener un amor platónico"? ¿Está bien empleado el adjetivo "platónico" en dicha frase?

martes, 1 de noviembre de 2011

La justicia en el alma y en el Estado

En una entrada anterior, vimos cómo Platón establecía mediante un argumento la división del alma en tres partes: racional, irascible y concupiscible. La relación adecuada entre cada una de estas partes es lo que Platón usará para definir la justicia como una virtud del alma individual. El individuo será justo cuando las tres partes del alma ejerzan la función que les corresponde por naturaleza. Por naturaleza, al alma racional le corresponde el conociemiento auténtico y el control de los impulsos, el gobierno del alma en su totalidad. Al alma irascible le corresponde estar al servicio de la razón, ser gobernada.  Mientras que al alma concupiscible le corresponde no sublevarse y someterse a los dictados de la razón. El correcto funcionamiento de cada parte del alma se identifica con tres tipos de virtud. El alma racional se corresponde con la sabiduría y la prudencia. El alma irascible que decide los conflictos a favor de la razón tiene la virtud de la fortaleza o valentía. Por último, el alma apetitiva, cuando se encuentra bajo el dominio de la razón, posse la virtud de la templanza o moderación. La coincidencia de esas tres virtudes en el alma individual produce la virtud de la justicia. La injusticia se produce, por tanto, cuando la parte apetitiva intenta o consigue usurpar el gobierno del alma.
Imagen de: http://filosofiapauflorida.blogspot.com/2009/11/el-tema-de-la-justicia-ha-sido-muy.html

En su filosofía política, objetivo último de toda la filosofía platónica, el ateniense establece una correlación estructural entre el alma individual y el Estado. El Estado está compuesto de individuos. Las características fundamentales del Estado y su forma de gobierno serán las características que predominen entre sus individuos. El individuo se encuentra integrado en la polis como algo propio a su naturaleza. Así, ni el individuo es algo externo al Estado, ni el Estado es algo externo al individuo. El carácter y la naturaleza de los individuos determinará las características del Estado (si es violento, parcífico, amante del conocimiento, etc). En los libros VIII y IX, Platón estudia la correlación entre los caractéres predominantes en la polis y los distintos regímenes políticos (timocracia, oligarquía, democracia, tiranía) que representan, por grados, un alejamiento cada vez mayor de la politeia ideal.

¿En qué consiste esta ciudad/constitución ideal? Platón considera que se trata de una polis en la que reina la justicia. La justicia en el Estado, como en el alma, se dará cuando las diferentes partes del Estado realicen de manera adecuada la función que le es propia por naturaleza. Así, es necesario establecer cuáles son las distintas partes del Estado y cuál es la función propia de cada una de ellas.

Platón propone que los individuos de la sociedad pueden ser clasificados de acuerdo a su naturaleza, que es inmutable y congénita (Libro III, 425a-c). Esta clasificación se corresponde con la parte del alma que domina en el individuo. Cada individuo posee las tres partes del alma pero en cada uno predomina una u otra, definiendo así su naturaleza, su carácter y la posición social que debería corresponderle en el Estado ideal. (La educación de los individuos en el Estado ideal, desde el planteamiento elitista platónico, no tendrá por objetivo la igualdad sino el desarrollo máximo de sus capacidades naturales). Así, Platón propone tres clases sociales:
  • los productores,  proclives a dejarse dominar por los instintos, por naturaleza (predomina en ellos la parte apetitiva del alma) y cuya función propia en el Estado es la de cubrir las necesidades primarias de toda la sociedad (la actividad económica);
  • los guardianes, en cuya alma predomina la parte irascible y cuya función propia es la defensa del Estado y el mantenimiento del orden en él;
  • los gobernantes, en cuya alma predomina la parte racional y cuya función es el gobierno y el establecimiento de la justicia en el Estado.
Imagen de: pinchar en la imagen para original


La justicia se dará, pues, cuando cada clase social cumpla su función propia de manera exclusiva, cuando los productores y los guardianes se mantengan en su función y no intenten usurpar el gobierno del Estado, y cuando los que gobiernan sean aquellos individuos que por naturaleza han alcanzado la sabiduría después de un proceso educativo que ha ayudado a desarrollar dicha naturaleza. La justicia es, pues, que cada cual haga lo suyo.

Lejos de lo que afirmaban los sofistas (la justicia es sólo una palabra convencional que designa lo que le conviene a cada uno según sea su naturaleza fuerte o débil), lejos de concebir la naturaleza humana como pura irracionalidad, ansia de poder y de dominio por parte del fuerte (y de protección por parte del débil), Platón defiende que la racionalidad está instalada en la propia naturaleza del ser humano y de la sociedad y que, por tanto, la justicia, la racionalidad y el conocimiento son alcanzables si permitimos que nuestra naturaleza racional gobierne tanto el alma como la sociedad.

(En las dos últimas entradas sobre la antropología y la política en Platón me he basado en mis notas sobre la excelente obra del profesor Tomás Calvo Martínez, De los sofistas a Platón: política y pensamiento, uno de los mayores especialistas, contemporáneo, en filosofía antigua. Esta obra, desgraciadamente, ya no se edita, pero aún puede encontrarse en algunas bibliotecas, como en la de nuestro centro. Aprovechadla.)


viernes, 28 de octubre de 2011

Recursos en Internet para Platón


A continuación os presento una serie de enlaces útiles para preparar el tema de Platón.

[¡¡ATENCIÓN!! Recursos actualizados: 2/11/11]

En @puntes de filosofía, del profesor José Vidal González Barredo, se puede encontrar un dossier que es útil para preparar las distintas facetas del pensamiento de Platón y que es útil para aclarar algunas dudas que vayan surgiendo durante el estudio.

En Anantes.net, del profesor Ismael Rojas Pozo, debéis aprovechar los consejos prácticos que se ofrecen para realizar las pruebas de la PAU. Muy útiles desde el punto de vista de la estrategia para los exámenes. Se puede descargar a tu ordenador y tenerlo a mano durante todo el curso.

En paco.PRoFeBLoG, también tenéis  una chuleta metodológica sobre cómo afrontar los comentarios de texto; también, una recopilación de exámenes de la PAU en los que alguno de los textos propuestos ha sido de Platón.

Imagen de: http://homepage.mac.com/eeskenazi/platon3.htm


A partir del blog El Búho Inocente, se accede a muchos recursos útiles sobre el autor ateniense. No dejéis de visitarlo.

En la web elprofedeetica.es, podéis encontrar presentaciones sobre el Símil de la Línea, apuntes y un comentario sobre el Mito de la Caverna. Para acceder a este último recurso, hay que hacer click sobre la pastilla roja que hay en las gafas al final de la página, a lo Matrix.

En filosofia24horas, tenéis una presentación que sirve de repaso del tema de Platón.

En este blog sobre la filosofía en Segundo de Bachillerato, se encuentra un útil resumen, muy sencillo de las temáticas principales de la filosofía de Platón.

En Filosofies, se encuentran vídeos, mapas conceptuales (que NO recomiendo) y algunos exámenes resueltos (que no me ha dado tiempo de revisar, pero que podrían ser útiles).

Finalmente, en la Wiki del profesor Rafael Robles, se puede encontrar una gran recopilación de recursos sobre el tema: presentaciones, imágenes, desarrollos, mapas conceptuales, enlaces, etc.

Espero que os sirva de ayuda esta recopilación de recursos.

Gracias a los autores de estos materiales.

El dualismo antropológico de Platón y las tres partes del alma

La base de la concepción platónica del ser humano es su dualismo alma-cuerpo. En el Fedón (66c), un diálogo anterior a la República, Platón concibe al ser humano como un ser racional gracias a su alma. El alma es inmortal porque se trata de una realidad simple, que como el Ser de Parménides, no puede ser destruida (en el sentido de que no puede descomponerse en elementos más simples, al contrario que el cuerpo).

Imagen de Wikipedia
Sin embargo, en la República (y en el mito del carro alado que aparece en el Fedro), Platón sostiene que el alma tiene tres partes: racional, irascible y apetitiva. ¿Cómo es que Platón parece estar contradiciéndose a sí mismo, defendiendo que el alma es una entidad simple y que tiene tres partes? ¿Qué necesidad tiene de establecer la distinción entre tres partes en el alma?

El dualismo alma-cuerpo que aparece en el Fedón representa la herencia socrática del intelectualismo moral: la conducta buena solo puede proceder de la sabiduría, y esta del control racional de las pasiones e impulsos que tienen su origen en el cuerpo (ver las entradas sobre Prudencia y conocimiento I y II). También, la noción de un alma inmortal hace referencia a la religión pitagórica y al ideal de purificación que dicha doctrina recomendaba.

En dicha obra, Platón identifica el alma con la capacidad racional, en ella reside la virtud (no en la posición social o en la excelencia natural, como era habitual considerar a la aristocracia de la época arcaica), que queda interiorizada en el individuo desde la mencionada influencia de su maestro Sócrates. Al alma le corresponde el control de los apetitos que proceden del cuerpo.

En las obras posteriores, especialmente en la República, no parece adecuado atribuir al cuerpo los deseos, los instintos y las pasiones, ya que no se trata de movimientos corporales sino de fenómenos psíquicos que nos mueven a actuar de determinada manera. Estos elementos se trasladan por lo tanto a una parte del alma, la apetitiva o concupiscible. A partir de ahí, se hace necesario explicar qué relación guarda esta parte del alma con su naturaleza fundamentalmente racional. Platón se basa en el siguiente argumento.

1) El conflicto moral es un fenómeno que se da en el alma humana y es necesario reconocer su existencia y explicarlo.

Un conflicto moral se da en el alma humana cuando se ve impelida o influida por dos fuerzas contrapuestas: lo que dicta nuestra razón y lo que dictan nuestros impulsos o nuestros apetitos. Cuando lo racional es que estudie esta tarde filosofía para preparar el examen de la semana que viene pero, en el mismo momento, siento la atracción de pasar la tarde saliendo con mis amigos o jugando al parchís, me encuentro en una situación de conflicto moral. Mi decisión se ve obstaculizada por verme influido por dos fuerzas opuestas e incompatibles: una racional y otra irracional.

En sus obras anteriores a la República, Platón atribuye la fuerza de los impulsos y los apetitos al cuerpo, pero en esta obra no parece correcta o adecuada dicha atribución, ya que dichos impulsos y apetitos son fenómenos psicológicos y no movimientos corporales. Así que es el alma la que se ve directamente influida por dichos apetitos, aunque su influencia sea debida a que el alma se encuentra encarcelada en un cuerpo material.



2) La aceptación del Principio de No-Contradicción (PNC), de Parménides.

Platón sigue a Parménides en su estricta lógica, aplicando el PNC: aceptar que una misma cosa tiene una característica y su opuesto, a la vez, supone una contradicción que va en contra de todo lo concebible. En el caso del conflicto moral, nos encontramos precisamente en esa tesitura, ya que el alma está siendo, a la vez, racional e irracional. Esto es completamente inaceptable.



3) Luego: el alma ha de tener distintas partes.

Para cumplir con las premisas anteriores, es necesario concluir que no puede ser la misma cosa la que quiere estudiar y la que no quiere estudiar, la que es racional e irracional, a la vez. Es necesario, pues, concluir que alma tiene al menos dos partes distintas. Así, se distingue la parte apetitiva del alma como aquella en la que se produce la influencia de lo corporal, la influencia de la materia en el alma, en la forma de apetitos, instintos, impulsos, deseos, etc. La otra parte del alma, la parte racional, es la que se encarga de dominar a los institntos y los impulsos, la que permite el conocimento universal y la conducta buena (de acuerdo con el intelectualismo moral de Sócrates).

A estas dos partes del alma, Platón añade una tercera: el ánimo, la parte irascible. Este tercer elemento tiene que ver con la decisión y coraje. Cuando la razón y el apetito entran en conflicto, hay una fuerza interior que decide el conflicto a favor de la razón y que causa la ira cuando la razón cede en favor de los apetitos. Así, son tres las partes del alma: razón, ánimo y apetito, de acuerdo con la doctrina de la República.

Merece la pena señalar que el conflicto moral solo puede darse en el alma cuando está retenida en su cárcel corporal material,  pero no cuando se libera del cuerpo. Cuando el alma se encuentra en su estado "natural" (la unión con el cuerpo sería un estado temporal y antinatural) el alma retiene su naturaleza simple, no se verá tentada por lo irracional a hacer lo incorrecto, sino que al estar en contacto con las ideas su naturaleza racional captará el Bien directamente, sin ser obstaculizada ni contaminada por lo material. Por lo tanto, Platón salva la contradicción arriba mencionada y, de paso, da una explicación coherente al fenómeno psicológico del conflicto moral.

En el Fedro también aparece esta división tripartita del alma, a través del mito que compara el alma con un carro alado compuesto por el auriga (la razón) y dos caballos, uno blanco (ánimo) y uno negro e indócil (apetitos).

Reconocer estas tres partes del alma permite a Platón establecer un paralelismo perfecto entre ésta y el Estado. Este paralelismo le permite sostener que la justicia es la misma tanto en el individuo como en el Estado. La diferencia es meramente de escala: la justicia vista en letras grandes se da en el Estado, en letras pequeñas se da en el alma. Pronto explicaremos este paralelismo.

domingo, 3 de julio de 2011

Prudencia y conocimiento (II): Aristóteles y la atención a lo particular

(¿Vienes de la entrada anterior? Pásate antes por ella).



Al discípulo de Platón, Aristóteles, le llega la hora de enfrentarse a su maestro, Platón. El dedo de Platón, esta vez en la pintura de Rafael, sigue apuntando en la misma dirección que el de su maestro, Sócrates, hacia ese mundo de principios eternos que rigen la realidad y que también indican el camino hacia la virtud en la vida humana: el ascetismo del sabio, la vida dedicada al conocimiento y la purificación de todo lo que hay de sensible, corporal, corruptible y temporal en la vida humana. Una vida sin examen no merece la pena ser vivida, diría Sócrates.

En el mismo pasaje citado en la entrada anterior, Aristóteles insiste con fuerza en que la prudencia no puede ser identificada con el conocimiento científico. La habilidad práctica para juzgar y decidir la acción correcta y los fines de la vida humana no consiste en aplicar una serie de principios fijos, eternos, a cada situación y a cada persona, sino que la prudencia consiste en ajustar la acción y nuestras decisiones a la situación concreta que se plantea. Lo que es bueno para A puede ser malo para B. Beber agua puede ser bueno para calmar la sed pero también puede resultar fatal para aquel que padece hidropesía. Mentir puede ser malo generalmente, pero también puede ser moralmente obligatorio si alguien con una pistola en la mano me pregunta dónde está otra persona para matarla. El juicio moral correcto y la acción moral es siempre relativa a las personas y a las circunstancias particulares, para Aristóteles. En ética, no sirven las fórmulas generales sino la habilidad de la persona prudente que sabe elegir y juzgar en cada situación concreta.



A diferencia de la prudencia, el conocimiento científico intenta explicar los fenómenos particulares por medio de leyes generales. Así, la caída de esta piedra concreta se explica gracias a las Leyes de Newton sobre la gravitación universal. Una vez que hemos descubierto una ley de la naturaleza, ya tenemos ahí un instrumento capaz de explicar un conjunto potencialmente infinito de fenómenos particulares (cualquier caída de cualquier cuerpo que se esté produciendo, que se haya producido o que se vaya a producir en el futuro).

Sin embargo, Aristóteles nos dice que en el caso de la conducta moral humana, no podemos llegar a este tipo de leyes. Si así fuera, tendríamos un conjunto de normas y leyes para la conducta que nos serviría a los seres humanos para saber cómo debemos actuar en cualquier momento. Pero esto no puede ser así en una vida humana. Las normas morales, las leyes y los principios que rigen nuestra conducta no son del mismo tipo que las leyes y los principios que rigen la naturaleza. Los seres humanos no podemos fiar nuestra vida ni responder en cada situación que la vida nos plantea con unas normas universales e inamovibles. Los seres humanos debemos saber qué es lo adecuado para cada uno y en cada ocasión. Por eso el término medio que escoge la persona prudente en su acción es siempre relativo, y no un término fijo, un punto fijo sobre el que orientar nuestra conducta moral. Mentir puede ser algo incorrecto o malo en general, pero puede ser que para una persona concreta de carne y hueso, en unas circunstancias particulares y concretas, lo correcto y lo moralmente bueno sea precisamente mentir. Si los agentes nazis persiguen a mi amigo para secuestrarlo y matarlo, yo estaría moralmente obligado a no revelar su paradero incluso si para ello tuviese que mentir.


 Al igual que Platón, Aristóteles está interesado en la cuestión de cómo deberíamos vivir en tanto que seres humanos, la cuestión fundamental de la ética. Pero, para Aristóteles, el supuesto conocimiento platónico de unos principios para la acción no es propio de la vida humana (quizás sí sea propio de los dioses). No hay recetas mágicas para tomar decisiones ni para conseguir la felicidad, el bien último de la vida humana. Actuar de acuerdo con la virtud no puede depender del conocimiento de unos principios separados de la vida humana, que es finita, y de las acciones humanas, que son concretas, que se realizan en un contexto y por unas personas concretas, de carne y hueso. El valor de la acción humana (lo que la hace buena o mala, correcta o incorrecta) ha de encontrarse en la propia acción, no fuera de ella. El valor de la vida humana, lo que la hace una vida que merezca la pena ser vivida, ha de encontrarse en la particularidad y en las capacidades propias del ser humano. La razón, como aquella capacidad que distingue al ser humano de cualquier otro ser, y su desarrollo es lo que hace que una vida se desarrolle como vida humana, feliz.

viernes, 1 de julio de 2011

Prudencia y conocimiento (I): Platón vs. Aristóteles en el conocimiento del bien y el valor

Para Aristóteles, la prudencia es la sabiduría práctica de aquella persona que es habilidosa al deliberar, juzgar y orientar su acción  conforme a la virtud y con vistas al fin último de toda vida humana: la felicidad (ver Ética a Nicómaco, VI, 4). La persona prudente es capaz de escoger el término medio (entre el exceso y el defecto) adecuado a cada persona y a cada circunstancia concreta. La acción correcta, virtuosa, será aquella que se ajuste a este criterio. Escoger este término medio es una tarea que requiere el concurso de la razón, requiere sopesar las características concretas de la acción que se va a realizar, de las personas afectadas por dicha acción, deliberar sobre los medios, las consecuencias, etc... en definitiva, encontrar las razones adecuadas que justifiquen nuestra acción.

Imagen de: http://www.biografiasyvidas.com/monografia/aristoteles/
Pero, ¿en qué consiste esta sabiduría práctica? ¿Qué debe conseguir una persona para ser prudente? ¿Acumular conocimientos? ¿Forjarse un carácter, unas características propias de su persona?

Platón y su maestro, Sócrates (en tanto que representantes del intelectualismo moral) tenían claro que el hombre virtuoso solo podía ser aquel que poseyera conocimiento: el mal solo podía ser fruto de la ignorancia. De modo que, para ser virtuoso, el ser humano debía tener una vida dedicada a conocer los principios que hacen de la vida humana una vida virtuosa y que permiten conocer el bien en las acciones. Para estos autores, actuar bien consiste en ajustarse a dichos principios en la práctica. Conocer el valor y el bien es lo que permite guiar nuestra conducta hacia la virtud. El bien y el valor son vistos pues como puntos fijos a partir de los cuales orientar nuestra conducta. El ignorante de dichos puntos estará desorientado y, por ello, actuará mal.

Imagen de: http://enunmundodescomunal.blogspot.com/2011/02/es-posible-obrar-el-mal-cuando-se.html


Esta idea platónica y socrática de los principios morales acerca mucho la ética al conocimiento científico: de la misma manera que el ser humano aspira a descubrir los principios que rigen en la naturaleza, también deberíamos poder aspirar a descubrir los principios que han de guiar la vida humana. La ética es una especie de episteme, volcada en la acción humana. El conocimiento auténtico de la realidad (a diferencia de la mera opinión), la episteme, solo puede ser conocimiento de los auténticos principios de la naturaleza o realidad. Análogamente, actuar bien solo puede venir acompañado de un auténtico conocimiento de los principios de la acción virtuosa (y no del engaño o la persuasión de los sofistas, para quienes dichos principios son siempre relativos a los intereses egoístas o a la voluntad de dominio de unos seres humanos sobre otros). El gesto de Sócrates en la pintura de Jacques Louis David (La muerte de Sócrates) es un símbolo de su propia doctrina moral (intelectualismo moral). Sócrates señala en la pintura que los principios de la acción humana están en el lugar elevado donde se encuentran todos los principios del conocimiento (las llamadas ideas), un lugar solo reservado a aquel capaz de elevarse sobre las meras opiniones y el engañoso mundo de las apariencias, un mundo al que solo el sabio tiene acceso.

Aristóteles, con su concepción de la sabiduría práctica, rechazará por completo esta identificación de la virtud con el conocimiento científico. (Continúa en la siguiente entrada del blog).

domingo, 5 de septiembre de 2010

La caverna de Platón anda por la red

Paseando por la red nos hemos encontrado con un buen número de animaciones sobre esta famosa alegoría de Platón (en Youtube). En esta imagen tomada de Internet que te presentamos, aparecen muy bien representados los elementos fundamentales de la caverna y del exterior:
Le damos las gracias al autor o autora del dibujo.

Te proponemos como ejercicio que contestes a las siguentes cuestiones:
  1. Identifica los dos mundos de la metafísica platónica en el dibujo.
  2. Explica el concepto "sombra" del mito de la caverna.
  3. Relaciona el papel que tienen el fuego y el sol en esta alegoría.
  4. ¿Por qué el prisionero que consigue liberarse es considerado por Platón como un filósofo?
  5. ¿En qué aspectos del dibujo puedes ver reflejada lo arduo de la educación del filósofo?
Mañana os espero en clase con todas las respuestas.

¡Viva Internet!

REEDICIÓN OCTUBRE 2011

A continuación os presento un vídeo que ilustra muy bien el mito de la caverna de Platón. Es impresionante que esté hecho por un alumno de Bachillerato. Puede ser de utilidad para la interpretación del texto obligatorio. ¡Que lo disfrutéis!