No es fácil reconocer que las desigualdades económicas, sociales y políticas entre las diferentes partes del mundo, por mucha distancia que haya entre ellas, se encuentran vinculadas por muchos aspectos. Para empezar, la globalización de los mercados hace que las llamadas empresas multinacionales realicen su actividad en países diferentes, según convenga a su objetivo primario de maximizar a toda costa los beneficios: producir allí donde los costes (sobre todo, el salario de sus trabajadores) son más baratos para vender el producto allí donde paguen un precio mayor. Este interés por el máximo beneficio ha llevado a las grandes empresas a producir lo que venden en países donde las condiciones de trabajo se acercan mucho o son idénticas a la esclavitud. Las empresas aprovechan la ausencia de legislación laboral o la corrupción de los gobiernos del país para eludir la responsabilidad de producir sus productos en unas condiciones mínimas que permita a sus trabajadores llevar una vida digna o de ser respetuosos con el medio ambiente. En el siguiente enlace puedes leer varios ejemplos de esta realidad: explotación laboral en China.
Sin embargo, el tema de la explotación laboral tiene un aspecto más que es complementario al anterior: el consumo responsable. Hemos dicho que las multinacionales elaboran sus productos en unos países y los venden en otros. La venta de sus productos suele realizarse en países desarrollados, donde pueden alcanzar precios mucho mayores a los de su coste. En este aspecto, entonces, los compradores tienen algo que decir. Si las empresas se dieran cuenta de que a los consumidores les interesa no solo comprar cosas a buen precio sino también comprar cosas producidas de una manera justa y no contaminante (por ejemplo), quizás se plantearían cambiar la manera de perseguir su objetivo del máximo beneficio. Si las empresas no notan que a sus clientes no les molesta comprar productos elaborados por personas en condiciones de esclavitud, no parece que les vaya a importar gran cosa mantener dichas condiciones tal y como están. Así que, como puedes ver, las condiciones de trabajo de esos países se encuentran relacionadas de algún modo con nuestros hábitos de consumo, con aquello que los consumidores de los países desarrollados están dispuestos a permitir a la hora de hacer sus compras. Como ves, las empresas que se benefician de esa manera encuentran muy favorable y lucrativo que los ciudadanos de los países desarrollados, de los países donde esperan vender sus productos, no se hagan excesivas preguntas acerca de dónde vienen y cómo han sido fabricados los objetos de sus compras.
Ahora te proponemos una actividad curiosa.
1) Ve a tu armario ropero y busca en las etiquetas de tu ropa el país donde está hecha cada prenda.
2) Anota qué países se repiten más en las etiquetas.
3) Busca en Internet información acerca de las condiciones laborales en las fábricas de dichos países.
Puedes utilizar los siguientes enlaces para empezar:
Campaña ropa limpia.
Multinacionales.
Continúa leyendo en la siguiente entrada: Consumo responsable, trabajo justo (II).
Sin embargo, el tema de la explotación laboral tiene un aspecto más que es complementario al anterior: el consumo responsable. Hemos dicho que las multinacionales elaboran sus productos en unos países y los venden en otros. La venta de sus productos suele realizarse en países desarrollados, donde pueden alcanzar precios mucho mayores a los de su coste. En este aspecto, entonces, los compradores tienen algo que decir. Si las empresas se dieran cuenta de que a los consumidores les interesa no solo comprar cosas a buen precio sino también comprar cosas producidas de una manera justa y no contaminante (por ejemplo), quizás se plantearían cambiar la manera de perseguir su objetivo del máximo beneficio. Si las empresas no notan que a sus clientes no les molesta comprar productos elaborados por personas en condiciones de esclavitud, no parece que les vaya a importar gran cosa mantener dichas condiciones tal y como están. Así que, como puedes ver, las condiciones de trabajo de esos países se encuentran relacionadas de algún modo con nuestros hábitos de consumo, con aquello que los consumidores de los países desarrollados están dispuestos a permitir a la hora de hacer sus compras. Como ves, las empresas que se benefician de esa manera encuentran muy favorable y lucrativo que los ciudadanos de los países desarrollados, de los países donde esperan vender sus productos, no se hagan excesivas preguntas acerca de dónde vienen y cómo han sido fabricados los objetos de sus compras.
Ahora te proponemos una actividad curiosa.
1) Ve a tu armario ropero y busca en las etiquetas de tu ropa el país donde está hecha cada prenda.
2) Anota qué países se repiten más en las etiquetas.
3) Busca en Internet información acerca de las condiciones laborales en las fábricas de dichos países.
Puedes utilizar los siguientes enlaces para empezar:
Campaña ropa limpia.
Multinacionales.
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